LAS EPIDEMIAS Y LA RESIGNACIÓN DE LOS HUMILDES – 4 Otras dos epidemias que ocuparon Villafranca


Hemos visto con el detalle que nos permiten los datos que viven en los archivos el devenir de tres epidemias que castigaron con dureza a la población de Villafranca. La peste de 1684, las llagas de 1669 y 1770 y el cólera morbo de 1855. En los últimos días hemos encontrado en nuestros archivos unas cartas que relatan la existencia de otros dos brotes en la Villafranca del siglo XVIII y que alumbran nuevos datos sobre estos momentos difíciles.

Sabemos, por alusiones en el documento expresado más abajo, que durante los años 1780 y 1781 el Gran Prior gastó más de 80.000 reales en varias villas de la dicha dignidad, con muy felices efectos. Estas ayudas iban destinadas a solventar el daño y las urgencias de la enfermedad en el priorato.[1]

El cervantino Miguel Rubio Morano piensa que esta fue la llamada “Peste de Pasajes” porque tuvo su mayor exponente en ese puerto guipuzcoano en donde murió el 10% de su población.[2] ¿Qué enfermedad fue ésta? Pudo ser tifus exantemático, fiebres tifoideas o peste bubónica. De momento no tenemos más datos que los expresados para estos años.

Avancemos en el tiempo, a mediados del año 1798 los vecinos de Villafranca comienzan a sufrir una nueva epidemia.

Encontramos sus huellas en una carta conjunta de Ayuntamiento, cura Párroco y médico titular, dirigida en 11 de enero de 1799, al Infante don Pedro Carlos Antonio que como es menor, atenderá su tutor el rey Carlos IV.

(…) que desde mediados del año próximo pasado de 1798, están experimentando los vecinos de dicha villa tales enfermedades de perniciosos y agudos tabardillos[3] pegajosos que en la actualidad, y de tres meses a esta parte, se han viciado en tal grado, que ya no se ofrece duda ser un contagio epidémico (…)[4]

Cuantificando la gravedad de la epidemia el médico dice que
(…) es raro el día en que no ocurre entierro de cuerpo grande y en algunos dos; el número de enfermos pasa a la sazón de 150, no obstante la cortedad de este vecindario de poco más de 600 vecinos (…)

El Párroco y su teniente informan que están tan acosados y rendidos, que apenas tienen tiempo para celebrar y cumplir con sus rezos, pues éste se les va en confesiones y administración del Sacramento de la Extrema Unción.

Es interesante esta descripción del contagio de los tabardillos
(…) por la experiencia que ya tienen de sufrir todos los que la hacen, y habitantes de la casa en que los hay igual contagio que ellos, por no salir de la en que entra, hasta que da vuelta a todos, y saca cuerpo (…)
                Si la enfermedad entra en una casa, recorre a todas sus personas y suele producir alguna muerte.

                Si pudiésemos viajar en el tiempo observaríamos una Villafranca con poca gente por sus calles, en la que los vecinos se reúnen sólo para implorar el auxilio divino con repetidas rogativas.  Las calles huelen a humo de hogueras que todos los días se encienden con el acompañamiento de hierbas aromáticas y el olor a vapor de vinagre se nos pega en la nariz.

La aparición de las plagas es una realidad que se repite con cierta frecuencia, y en esta carta las autoridades de Villafranca piden al prior y por ende al soberano español que costee otro médico que ayude en la visita y curación al médico titular de la villa y ayuda económica para el importe de medicina de botica y para alimentos de que necesitan los Pobres infelices que carecen de bienes, y fallecen muchos de estos.

En la misma carta informan que, mientras llega la atención del prior, algunos bienhechores vecinos de esta villa entregan limosnas que ayudan a mitigar la virulencia de la enfermedad, pero éstas no son suficientes. La solidaridad individual y anónima ya existía en este pueblo.

El 1 de marzo de este año 1799, el conde la Cimera, administrador del priorato, se dirige don Mariano Luis de Urquijo, Secretario de Estado, para tenga obtenga el permiso del rey y entregue a los alcaldes y párroco de Villafranca 6000 reales de vellón para que sirvan de auxilio a los necesitados.

Es una historia que se repite, una enfermedad se enseñorea de la comunidad, el médico atiende a todos sin ahorrar esfuerzos, el Ayuntamiento y los sacerdotes se ponen a trabajar sin reparos. Cada uno trabaja en la medida de sus posibilidades y se pone a disposición de sus semejantes. Siempre han existido diferencias económicas y de clases, pero es ahora y en momentos semejantes cuando la comunidad da lo mejor de si misma. Sabemos que la Administración de entonces libró los 6000 reales de vellón[5] el 14 de abril dando la orden al Administrador de la Tercia para poner esta cantidad al servicio de los alcaldes y el Párroco. Bienvenida fue, aunque un poco tardía.
Félix Patiño Galán


[1] APR – IDG – Decretos – 9
[2] Alcázar de San Juan y sus hospitales, Manuel Rubio Morano. Sociedad Cervantina de Alcázar de San Juan. 21-05-2020. https://cervantesalcazar.com/blog
[3] Tabardillo o tifus.
[4] APR – IDG – Decretos – 9. Petición de 11-01-1799.
[5] APR – IDG – Decretos – 9. Orden al conde de la Cimera.

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