VILLAFRANCA Y EL AGUA 1



                El villafranquero ha pensado siempre en solventar la necesidad de agua con el pozo de su casa para el uso doméstico y con la adquisición de agua potable proveniente de fuentes de otros términos vecinos. El aguador con su mulo cargado de cántaros es una imagen desaparecida pero no muy antigua. Villafranca nunca ha tenido agua de gran calidad, la ha buscado en pozos de pueblos vecinos como Camuñas y Herencia y ha utilizado los pozos domésticos para casi todo: su aseo, saciar su ganado y riego de sus huertas.

El regadío de Villafranca formó un cinturón de huertas próximas con pozos y norias de alcahúces movidas por mulos. Estas huertas suponen un respiro en la economía doméstica por su aportación de alimentos y piensos en verano. También se cultivaron cebada de riego y barrilla en tierras de regadío.

Hablamos de los siglos XVI, XVII, XVIII y principios del XIX. El agua subterránea ha supuesto un recurso seguro y bien utilizado. No hay constancia de la bajada del nivel freático, bien es verdad que si se hubiese dado, Villafranca hubiera dejado de existir por el carácter vital de este recurso.

Ya en en 1565, se escribió esto de Villafranca:
A los veinte y tres capítulos dijeron que esta villa no es abundosa de agua porque no hay ningunas fuentes y el proveimiento de agua que tienen es de pozos, que tienen en la dicha villa (…)[1]

En 1675 hay constancia en el archivo del Ayuntamiento de Villafranca de la compra por parte del concejo de la mitad de los pozos de Navarro situados en el término de Alcázar cerca del límite con Villafranca. Estos pozos suponían una reserva segura de agua de consumo humano para Villafranca.
Digo yo Doña Ana Antonia Saavedra y Román, vecina natural de Alcázar y viuda de Don Diego Saavedra Quintanilla, (…) que vendo y robro[2] por juro de heredad, desde luego para siempre jamás al Concejo Justicia y Regimiento de la villa de  Villafranca que de presente son y adelante fueran dos fanegas de tierra de la medida de a cien varas a un lado y otro del pozo navarro y del camino de Quero que va al puente de Villafranca y el río de Gigüela y la mitad del dicho pozo navarro que todo está en término y jurisdicción de esta villa de Alcázar (…)

Ahora nos cuesta imaginar un pueblo sin grifos, sin una fuente pública donde acudir con los cántaros a por el preciado líquido. El 26 de noviembre de 1776, Bernardo Rodríguez Maroto, alcalde ordinario del estado llano se encontraba en Madrid para comparecer en el Consejo de Castilla y hacer todos los trámites necesarios para pedir la financiación de una fuente pública
(…) es público y notorio la suma falta que hace en esta dicha villa, la conducción de una fuente para el abasto de sus vecinos por serlo igualmente los excesivos gastos que se le ocasionan, con especialidad en la primavera y estío donde se hallan precisados a buscarla fuera de los territorios de esta jurisdicción y para cuyo remedio y obtener la licencia correspondiente para su construcción del Real y Supremo Consejo de Castilla, acudió con representación dicho Prior Síndico General y Personero, sin que hasta de presente se haya verificado su logro y para que le tenga según y como lo pide la necesidad de estos vecinos, que es pública y notoria al surtido de competentes aguas que le releven de los ejercidos gastos que por su defecto, se le siguen (…)[3]

Ignoramos si las gestiones del esforzado Bernardo Rodríguez Maroto tuvieron éxito. Lo que queda claro es que en la segunda mitad del XVIII, Villafranca era pública y reconocida la necesidad de abastecimiento de agua de cierta calidad. No parece que se solucionase el problema, en 1850, el Diccionario Geográfico Histórico de España y sus posesiones de ultramar de Pascual Madoz dice de Villafranca que
      Se surte de aguas potables en los pozos que tiene la villa de Camuñas dentro de sus calles, que dista 1 ½ legua, y en algunas temporadas en dicho pozo del término de Alcázar, bastante escaso (…)[4]

Más adelante llegarán otros manantiales y más agua pública, pero éste es otro capítulo.

El agua y Villafranca siempre han tenido una relación bipolar de amor odio, escasa y deseada en el consumo diario, mansa y fiel en sus huertas; agradable en verano en sus lagunas, añorada en los años de sequía; destructiva en las avenidas del Amarguillo dormido y muchas veces olvidado de finales de verano, pero recurrente en sus sustos y desgracias.
Agua de consumo doméstico, de riego, del río Gigüela que mueve molinos, de las lagunas que aporta pesca, carrizo y baños, de las lluvias de invierno y primavera, siempre benéficas, de las avenidas. Hablaremos de ellas con calma en el Taller de Historia y en esta su ventana.  

Félix Patiño Galán




[1] Relaciones de Felipe II. 1º Real Biblioteca del Monasterio de El Escorial. J.1.14.
[2] Robrar: Hacer escritura.
[3] Archivo Histórico Provincial de Toledo (AHPT). Protocolos notariales 23199_013 – 014.
[4] DICCIONARIO GEOGRÁFICO ESTADÍSTICO HISTÓRICO DE ESPAÑA Y SUS POSESIONES DE ULTRAMAR. Por PASCUAL MADOZ. Tomo XVI. Madrid 1850. Página 142.


Comentarios

  1. Había varias cruces en los caminos, como la llamada de Torbaneras, alguien sabe de esto?

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