LA VIDA EN VILLAFRANCA DURANTE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA (1808-1814)

 

                La Guerra de la Independencia (1808-1814) supuso la invasión de España por el ejército francés desde finales de 1808. La zona de operaciones fue todo el territorio peninsular mientras la resistencia guerrillera pretendía un desgaste continuo de  enemigo intruso.

    La Mancha se convirtió en zona de paso de ejércitos: el eje Madrid – Sierra Morena era determinante en el traslado de tropas y el control del Sur español. Aquí Villafranca juega un papel importante en el eje Alcázar de San Juan – Consuegra.

                Sabemos que hubo localidades devastadas por los asedios y las ofensivas. Madridejos, Consuegra, Valdepeñas, Manzanares sufrieron destrucciones parciales de sus cascos urbanos. Todos los pueblos fueron saqueados y expoliados, especialmente los más próximos al Camino Real hacia Andalucía. Otros cargaron con la crueldad de las represalias, como Alcázar, Villarta, Arenas, Villacañas y Camuñas.

                Cultivos destrozados, requisas de granos y de animales, robos de aperos, destrucción de acequias, pozos y molinos. La guerra fue especialmente dura en esta zona en 1808-1809 y en1812, momentos de grandes movimientos militares.

                Los precios de los productos básicos sufrieron un notable aumento. Viajar era un oficio peligroso. Los viajeros debían ir provistos de cédulas y pasaportes de identificación. Era una época rara, los españoles y especialmente los manchegos tenían dos señores, uno “oficial”, el rey José I Bonaparte, sostenido por un ejército extranjero que nadie quería; otro “legítimo” en Cádiz, que gobernaba en nombre del “auténtico” rey, “prisionero” en un palacio francés. Desde Cádiz se modernizó el Estado gracias a unas Cortes que dieron a luz la primera Constitución liberal española; sus aliados eran los británicos, enemigos de anteayer, secos, crueles y eficientes, poco amistosos y de poca confianza para los españoles.

                En todo el territorio nacional se fue extendiendo una nueva resistencia: la guerrilla. Enemiga incansable de un ejército francés  que cuánto más territorio ocupaba, más se debilitaba. Los guerrilleros se asumieron por el gobierno de Cádiz como parte del ejército español con el nombre de “húsares libres”. Caballería ligera que hostigaba, siempre que podía, a la retaguardia del ejército francés.

                En nuestro entorno destacaron los Húsares libres de Camuñas, liderados por Francisquete hasta su muerte a finales de 1811, su grupo de guerrilleros seguirá luchando con honor durante toda la guerra. Otro señero luchador fue Francisco Abad, Chaleco, que cabalgó con sus fieles por toda la Mancha ofreciendo batalla al ejército francés en todo momento. Ambos grupos se coordinaron para luchar en Villafranca contra una guarnición francesa de dragones en la noche del 25 de marzo de 1812. Los pormenores de este encuentro los detallaremos en una próxima entrada.

Villafranca de los Caballeros, como el resto de los pueblos de la zona, acusó la guerra. Las exigencias de víveres, ganado y material para las tropas, fueron una constante que se hizo insoportable en los momentos de paso de los grandes ejércitos: 1808-1809 y 1812. Mientras tanto las guarniciones permanentes del ejército francés en Madridejos y Consuegra, no cejaron en sus exigencias de víveres para hombres y caballerías a las justicias de los pueblos.

Pongamos algún ejemplo encontrado en nuestro Archivo Municipal. Los mandos franceses en Alcázar de San Juan y en Madridejos-Consuegra se acordaban de Villafranca como localidad que podía aportar víveres y piensos.

 




        La lista de las exigencias a un pueblo como Villafranca ponía las cosas muy difíciles a los alcaldes ante lo abultado de las peticiones. Imagino la preocupación de estos intentando hacer una “derrama” justa de trigo, hortalizas, paja, vino, ganado entre sus vecinos, apuntando las aportaciones de cada uno. Antes que nada, los alcaldes escribían al mando francés informando de la imposibilidad de cumplir con todas sus imposiciones, aún así, las aportaciones de Villafranca y otros pueblos se aproximaban a lo pedido aunque las despensas propias quedasen esquilmadas y el invierno se pusiese cuesta arriba, la alternativa era la incautación por la fuerza a golpe de bayoneta. Fueron años difíciles de guerra y de hambre, de dificultades que quedan señaladas en algún archivo como el Parroquial de Villafranca, donde el número de bautismos y muertes nos pintan una realidad de agobios.

 

Observemos las siguientes tablas:

 

Veamos cómo son estos datos para los mayores:

                Para los jóvenes y adultos el año de mayor mortandad es 1809, con diferencia el peor de la serie para niños y mayores. La escasez de subsistencias fue una posible consecuencia de los movimientos militares del otoño y del invierno con la consiguiente incapacidad de almacenar reservas de alimentos hasta la próxima cosecha, con el añadido de que las guarniciones francesas seguían en el entorno y necesitaban mantenerse. Podemos concluir que, para Villafranca, las épocas más difíciles fueron 1808-09 y 1812-13. Ambos coinciden con grandes movimientos militares. El primero con la ocupación francesa de todo el territorio nacional y el segundo con el comienzo de la invasión francesa del territorio ruso y el debilitamiento de las tropas napoleónicas en la península que dio paso a las campañas del ejército aliado dirigido por Arthur Wellesley.

 Ahora corresponde mirar los nacimientos gracias a los libros de bautismos.

 

Suponemos que los años con menor número de bautismos son la consecuencia de períodos malos con crisis de subsistencias. Por ello no es extraño que se observen las bajadas en los años siguientes a los considerados de crisis. 1810 y 1813 resaltan sobre los demás por su retroceso en el número de bautismos.

                 Es posible que tengamos algunos detalles sobre la Villafranca de la Guerra de la Independencia. El pueblo no fue ajeno al enfrentamiento entre los planes de Napoleón y la resistencia nacional de la Cortes y el Gobierno de Cádiz; a la lucha entre un ejército intruso y sus naturales armados; a la seca crueldad de la guerra.

                 Más allá de estas consideraciones, creo que no podemos dejar pasar los datos de estas tablas sin analizarlos convenientemente y sacar una serie de conclusiones:

 1.- Las muertes de párvulos ocurren especialmente en el momento perinatal y durante el primer año de vida.

 2.- Los cuatro primeros años de vida de un niño conforman el momento de mayor riesgo de muerte. A partir de los cinco años de edad el riesgo se minimiza de manera evidente. Las enfermedades infantiles, la mala alimentación, la ausencia de higiene son factores que influyen en una realidad que ha sido una constante en la historia hasta la llegada de la revolución demográfica, en nuestro caso, en el primer tercio del  siglo XX.

 3.- En Villafranca nacían todos los años más de 100 criaturas. Con nuestros ojos, esto es una natalidad desbordada, aunque son cifras normales para la realidad de esos años. Si contratamos estos datos con la cantidad de párvulos que mueren durante los cinco primeros años, desaparece más de un tercio de los nacidos.

4.- La muerte es posible a cualquier edad, considerada algo natural. Niños de más de cinco años, jóvenes y adultos van engordando la cifra de defunciones de manera continua. Quedan muy pocos villafranqueros con más de 65 años.

 

                Seguro que hay muchas más conclusiones que sacar de estos datos que aquí expongo y a los lectores les pido otra vuelta sobre las tablas y los gráficos que vienen después.

 


Félix Patiño Galán 14-08-2020


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