Villafranca, al igual que el resto de los pueblos de Gran
Priorato tuvo dos maneras básicas de nombramiento de Alcaldes, Regidores y
Alcaldes de la Hermandad. Estos cargos duraban un año completo y se renovaban
el comienzo del siguiente, el nombramiento de los mismos correspondía a la
máxima autoridad, el Gran Prior o su lugarteniente, pero los nombres de los
afectados circulaban a niveles más bajos. Hasta mediados del siglo XVI se hacía
por cooptación. Cada concejo decidía los nombres de las personas que debían
sustituirlos en el año próximo.
Después de mediados del XVI, el métod
o de elección pasó a
ser la insaculación y desinsaculación de cargos. Cada cuatro años, el
gobernador y su séquito visitaba la población y llamaba a un grupo de hombres
de “buen juicio” y cierta cultura para que, de manera secreta, hagan un listado
de “personas desapasionadas y de buenas
costumbres” que podrían ocupar los cargos concejiles para cada uno de los
estados, el seglar y el nobiliario. Cada nombre de los más votados se
relacionaba en una cédula y el conjunto de todas ellas se guardaba en un
saquito, de manera que dos saquitos (uno por el estado noble y otro por el
estado llano) se ponían en una arquilla que se cerraba con dos llaves.
Cada dominica posterior a san Miguel, en Villafranca, se
procedía a la desinsaculación. En el ayuntamiento, se sacaba la arquilla, se
abría y se extraían los dos saquitos con sus nombres dentro. Las bolitas o los
papelitos con los nombres insaculados se vertían en un “seno”, bol o lebrillo
al que se acercaba un niño de menos de 6 años para ir extrayendo una cédula o
bolita para cada cargo. Esta actuación se realizaba dos veces, una para los
nobles y otra para los pecheros o seglares.
Los nuevos cargos, ratificados por las máximas autoridades,
comenzarán su actuación el primero de enero del año siguiente.
Los primeros días de octubre, para Villafranca, eran
jornadas muy entretenidas para la población.
Antes de pararnos en los diferentes escudos que ha utilizado
el Ayuntamiento de Villafranca, hemos repasado someramente las partes de un
escudo nobiliario o de una institución. Acto seguido hemos visto los diferentes
escudos que están en nuestras calles y en nuestros templos. En las calles de la
Parra, Cervantes, Cristo, iglesia parroquial y ermita del Santo Cristo.
Llegados al punto del Ayuntamiento, señalamos las partes del
escudo actual: Cruz rematada en corazones, ciprés y torre almenada, rodeado de
lambrequines y una corona de difícil identificación. Este escudo fue adoptado por
los regidores de 1916 y su autor fue Manuel S. Lac, se acompañó de un texto
difícil de creer en algunas de sus afirmaciones, estos trabajos costaron un
total de 20 pesetas.
Además de este escudo existían en el XIX los llamados sellos
de tinta que fueron la base del diseño para el trabajo del señor Lac.
En 1784, nuestro conocido prior párroco frey don Alfonso Luján
y Cañizares, escribió en sus Relaciones del Cardenal Lorenzana que nuestro pueblo
tiene por armas por armas tres barras azules en campo blanco, algo que desconocemos, pero que debemos
tener en cuenta.
El último detalle
en nuestro poder, es el escudo de la Alcaldía que ha estado desde el siglo XVI
presidiendo la fachada de la casa consistorial. Algunas fotografías tenemos del
siglo anterior. Con cuatro cuarteles con castillos y leones sobre una cruz de
san Juan enmarcada en una circunferencia y con unos rayos; en la parte
superior, lirios y piedras preciosas.
Estos son los
escudos que nos dan que pensar en cuál de ellos sería el idóneo para
representar a Villafranca. ¿El más antiguo, el desconocido o el más moderno y
vigente?
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