Orígenes de Villafranca es mucho decir. Más bien lo que
sabemos de los comienzos de nuestro pueblo, no se conserva la carta puebla y las
noticias se diseminan en hechos aislados en los siglos XIV, XV. Podemos afirmar
que esta Villafranca nació en la primera mitad del siglo XIV, cuando la mayoría
de sus pueblas hermanas de la Orden de San Juan evolucionaban, la mayoría, en
su crecimiento y consolidación.
Nos reunimos 62 amantes de la historia, deseosos de conocer
y sin miedo al frío por la ausencia de calefacción en la sala de conferencias.
Félix comenzó con una visión geográfica del entorno. Nuestra
tierra ha dormido mucho tiempo en el fondo del mar de Tetis, próximo a las playas
del Macizo Hespérico. Se transformó en una llanura lacustre en el Terciario
hasta ser la planicie elevada con clima y vegetación mediterránea que presume
de sus horizontes lejanos y adornados de sierras lejanas.
Señaló las visiones de algunos viajeros sobre la Mancha
sanjuanista, como por ejemplo escribe Aguirre en la segunda mitad del XVIII, “Todo
este territorio es abundantísimo en frutas, cosechas, leñas, pesca y caza de
todas las especies por la buena calidad de la parte de tierra llana, vega,
montes, lagunas y fuentes de sabrosas aguas delgadas con hermosas alamedas en
varias partes”.
Pergeñado este aspecto, pasó a comentar la posible situación
de nuestras tierras durante la época del Imperio Romano, una llanura de
aprovechamiento ganadero, minero y agrícola controlada desde la única urbe
dominante: Consabura, en este campo se extendían numerosas villas más allá del
siglo III.
Ya en la etapa visigoda, la despoblación marcaría cierto crecimiento forestal y los pequeños asentamientos se localizarán en el cauce de los ríos Gigüela y Riánsares.
Con la llegada de los musulmanes la situación cambiaría
poco, nuestro entorno estaría dominado por la fuerza militar de dos enclaves:
Consuegra y Alcázar. Lo que antes serían villas romanas, ahora se
transformarían en almunias alrededor de sus inmensas norias que repartían el
agua de riego de los pozos entre sus deliciosas huertas. Alguna ha aparecido en
nuestro entorno y algún pozo empedrado queda.
Es con la repoblación cristiana encargada a la Orden del
Hospital de San Juan Bautista de Jerusalén por los reyes castellanos desde
Toledo, cuando toman forma las pueblas de las que hemos hablado, Villafranca es
la penúltima y el prior tiene que dotar a sus pobladores colonos con un derecho
que no tienen las otras: la exención de impuestos por seis años, el doble de lo
que se venía haciendo hasta ahora.
Lo que marcaba especialmente esta repoblación era la tierra
que se distribuía entre los colonos: un quiñón, huerta y terreno para casa en
propiedad privada, para que hiciese con ella lo que quisiera. Una manera muy
ventajosa de acceder a la propiedad, sin más carga que los impuestos.
Luego nos dedicamos a imaginar esta primera población, su
asentamiento, sus lugares de procedencia, sus oficios.
El tiempo pasaba y queríamos asistir al magnífico concierto
de la A M Santa Cecilia de Villafranca. Después de un turno de preguntas y
comentarios, salimos todos en dirección al Auditorio.
Aquí puedes ver la presentación de este día.
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