VILLAFRANCA Y EL AGUA 2


Una de las características esenciales (no la única) de Villafranca es la compañía de sus lagunas. Éstas han marcado sus costumbres y su economía durante siglos, un villafranquero ha conocido desde niño los beneficios de los cienos de sus fondos, ha saboreado los guisos a base de tencas laguneras y se ha mojado en sus cálidas aguas.

                Si pretendemos analizar la influencia de las lagunas en nuestra historia particular, hemos de aplicar una máxima ya aprendida en nuestro Taller de Historia: Sólo podemos afirmar lo que está demostrado a través de las fuentes históricas. Así pues, vamos a dar un repaso a lo que se ha escrito sobre nuestras lagunas en el pasado.
         

       Comenzamos en los juzgados, el profesor Javier Avilés Villarejo señaló una sentencia ejecutoria de la Chancillería de Granada, sobre un pleito iniciado en 1554, en la que se reconoce al Concejo de Villafranca el derecho a llenar sus lagunas con las aguas del río Gigüela[1]. Ya tenemos constancia de su existencia y de su importancia para el Ayuntamiento, preocupado de que no se sequen.
               
Un documento que ya hemos citado en otros artículos y que recuperamos en el Taller, las Relaciones de Felipe II de 1575 referidas a Villafranca, dice:
(…) y que en los términos de ella hay dos lagunas de agua salobre las cuales cogen agua de que el río dicho de Xigüela corre, (…)[2]

Hay una nueva referencia en el Catastro del Marqués de la Ensenada en 1752, en la respuesta número 23 del interrogatorio al Concejo:
Ítem es propio dos lagunas que en ella se cría un género de pescado que nombran tencas, las que anualmente se arriendan y producen por un quinquenio dos mil reales. Previniéndose se secan en algunos años por no ser el agua que tienen maniantal y para echarles se saca del Río que nombran Gigüela.[3]
                               
En 1769, el alférez de la Real Brigada de Carabineros, Domingo de Aguirre,  escribió una descripción completa del Gran Priorato, en la que se refiere a las lagunas de Villafranca como sigue:
Tiene tres lagunas a distancia de un cuarto de legua por el camino de Quero. Las dos mayores de agua dulce con un caz y una compuerta que viene desde el río Xigüela a distancia de un cuarto de legua y comunica el agua a las dos lagunas que las divide una calzada cuando les conviene en tiempo de las corrientes del Río, y son abundantes en pesca, y aves que acuden a ellas. La otra es más pequeña y lleva sal.[4]

También en el siglo XVIII, el cardenal Lorenzana, proporcionó un documento único a los historiadores cuando pasó un cuestionario a sus párrocos en la archidiócesis de Toledo. El prior párroco de Villafranca, a la sazón frey don Alfonso Luján y Cañizares se empeñó en hacer una completa descripción de Villafranca. En cuanto a sus lagunas dice:
Un cuarto de legua de esta villa y propio de ella, entre el N y el O, hay dos lagunas que sólo las divide una cespedera con algunas bocas por donde se comunica el agua de una a otra. Se llenan de las vertientes de los cerros que las circundan y sobrantes de Gigüela y si no son bastantes, hay privilegio para echarles todo el río 48 horas. Para este caso hay un caz del río a la laguna de más de ¼ de legua de largo y en él tienen una compuerta a modo de celosía y en disposición que entren las aguas y no pase ninguna pesca. A un lado y otro es Dehesa boyal y carricera, cuyo ámbito será de una legua y la tierra de superior calidad para álamos y otros árboles y toda especie de frutos, de manera que todo su terreno y disposición convida para formar un sitio útil y delicioso.
                Estas dos lagunas crían mucho y crecido carrizo y en tal disposición que la naturaleza lo puso todo alrededor para que le sirviese de muralla y sólo tienen tres sitios que llaman puertas y lo son pues todo lo demás es impenetrable. El interior está claro y por lo más profundo, estando llenas, será de catorce a quince cuartas de agua. Su suelo está cubierto de media vara de cieno muy suave y cargado según se ha hecho analizar, de un sal catártico marino que sirve de nutrición a la pesca aventajándose a otras de otros sitios en lo sabroso por no gozar de estas cualidades, se ceban con carpas y se crían éstas de cuatro, seis, ocho y diez libras.
(…)
                Inmediato a estas dos lagunas hay otra que se custodia por cuenta de la Real Hacienda por gozar de abundante sal marino, pero sin uso para condimentos ni ganados por ser perniciosa a todos.

Don Alfonso, optimista e ilustrado define las lagunas con gran rotundidad y mira la pesca propia como algo sabroso y abundante, nombra el carrizo, la dehesa circundante y la lagunilla de la sal.

Queda un documento general más: el Diccionario Geográfico de Pascual Madoz de 1850, donde encontramos las siguientes afirmaciones:
(…) SIT. en una llanura bien ventilada; es de CLIMA templado y sano; pero en el caso de secarse las lagunas que distancian ¼ leg., y que sucede cuando el río Gigüela no corre, se padecen enfermedades agudas y pútridas (…)
Al N. de la villa hay una laguna de ¾ de leg. de circunferencia, cuyo mayor fondo es de 4 varas y se ceba con las aguas del Gigüela por medio de una compuerta de hierro; sus aguas son salitrosas, muy semejantes á las del mar, por cuya razón los naturales de aquellos pueblos se bañan en ella y la experiencia ha acreditado sus maravillosos efectos: accidentalmente y al NO. se forma otra laguna sin salida por las aguas de las lluvias, que rara vez deja de secarse en el otoño. (…)
PROD. : cebada, trigo candeal, centeno, avena, barrilla, salicor, vino, patatas y legumbres; se mantiene ganado lanar mulas de labor, y se cría alguna caza menuda y pesca de carpas y tencas en las lagunas, (…)[5]

La realidad no parece cambiar mucho, la descripción de las lagunas y de la lagunilla  puede extrapolarse a nuestro tiempo.

A la luz de los datos anteriores las lagunas de Villafranca han supuesto un recurso económico, sanitario y social. Desde que tenemos memoria como pueblo, la pesca ha supuesto la única manera de saborear pescado fresco. Las tencas son nombradas en documentos anteriores. El carrizo, que ahora vemos como un estorbo o como un precioso contenedor ecológico de fauna y flora, fue el segundo recurso, las persianas, los toldos o zarzos, las bases de los techos de teja, se han fabricado desde antiguo con este material que se obtenía de la laguna, segándolo cuando alcanzaba una altura suficiente. Y por fin las tierras colindantes han supuesto una fuente, magra, de pastos.

Pesca, carrizo y pastos, tres productos que se añadían a la pobre producción de esta villa agrícola y de artesanía escasa. El Ayuntamiento ha alquilado las lagunas para “pesca y carrizo” a particulares que gestionaban las lagunas y sus beneficios. En 1675 el Concejo de Villafranca arrienda las lagunas por tres años para su producto de pesca y carrizo a Agustín Fernández Mazarambroz, vecino de la villa, y otros siete socios más, en mil reales cada año, siempre que éstas no se sequen[6]. Así viene ocurriendo hasta que el Gran Prior el infante don Gabriel de Borbón se hace con el derecho de uso de las lagunas en 1786, después de firmar el censo enfitéutico que le da el control de la dirección, administración y guarda de ellas[7] a cambio de un pago anual de 600 ducados al Ayuntamiento. El carrizo lo siguió recogiendo el pueblo con permiso del Prior. La propiedad del recinto de las lagunas y de la dehesa revertirá en el pueblo después de varias vicisitudes que merecen otro artículo de un especialista en el tema.
 
Quedan los baños en los veranos tórridos que serían una bendición para villafranqueros y forasteros. Sabemos que en el XVIII esta actividad se consideraba normal, incluso se mencionan las bondades sanadoras de las aguas. No podemos llegar más atrás, sólo suponer.

No hemos nombrado todavía la amenaza silenciosa y continua que pende sobre nuestras lagunas: la sequía prolongada y la consiguiente desecación de sus vasos. Todas las descripciones anteriores detallan la dependencia de las lagunas de las aguas del Gigüela y los momentos de sequía han aparecido de manera recurrente a lo largo de la historia. 


                Tenemos constancia de años áridos en los que las lagunas se secaron. En información del Catastro de Ensenada, 1749 fue uno de estos años, y el siguiente, como viene siendo costumbre sería un año corto en producción de pesca[8], porque sus aguas necesitaban cebarse de nuevo con crías de tencas que se traían Ruidera o del Algodor. Hay que entender que las lagunas eran utilizadas como una piscifactoría natural para nuestro pueblo. En las cuentas del Gran Prior sobre la enfiteusis de las lagunas hemos encontrado años de lagunas secas: se secaron totalmente en 1799 y en 1801 y estuvieron al borde de la sequía en 1804. Es llamativo que los años de finales del XVIII y de comienzos de XIX, sean además los que se recuerdan de mayores avenidas del Amarguillo.

                He aquí las lagunas con sus aguas medicinales, cálidas y amables que desaparecen de cuando en cuando, víctimas de un clima riguroso. Una relación más de Villafranca con el agua. En un artículo anterior hemos visto las dificultades para conseguir agua dulce, en éste, las aguas de las lagunas, piscifactoría natural, fuente de carrizo, lugar de baños medicinales y de recreo. Quedan más detalles como la propiedad de las lagunas, las avenidas de Amarguillo, las tormentas brutales, las inundaciones o la llegada del agua corriente. Esto, para más adelante.


Félix Patiño Galán, 09-09-2019




[1] Pasado, presente y futuro. Lagunas de Villafranca de los Caballeros. Ayuntamiento de Villafranca de los Caballeros. 2010. Página 12.
[2] Relaciones Histórico Geográficas de Felipe II. 30-12-1575. Real Biblioteca del Monasterio de El Escorial. J.1.14
[3] Catastro de Ensenada. Examen de peritos a thenor del Interrogatorio de la letra A. Folio 367.
[4] Domingo de Aguirre. Descripción histórica del Gran Priorato de San Juan de Jerusalén en los reinos de Castilla y León. 1769. Biblioteca Nacional de España. Página 96.
[5]  MADOZ, Pascual, DICCIONARIO GEOGRÁFICO ESTADÍSTICO HISTÓRICO DE ESPAÑA Y SUS POSESIONES DE ULTRAMAR. Tomo XVI. Madrid 1850. Página 142.
[6] Datos del Archivo Histórico Provincial de Toledo. Protocolos notariales.
[7] Archivo de Palacio Real. Archivo del Infante don Gabriel. Secretaría 277 – cont.
[8] Catastro de Ensenada. Copia del privilegio de Almotazanía y Correduría. https://www.familysearch.org/

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