La tarde invitaba a reunirse
en un salón acogedor. 54 amantes de la Historia han acudido a escuchar la
lección de buen hacer y de sinceridad que nos han impartido Ángel Peño y sus dos
hermanos Gregorio y Adrián.
Mencionar a
la familia Peño es hablar de alfarería, de una actividad que perdura desde años
en generaciones pasadas, de un arte ha evolucionado con el tiempo y de un
nombre, Peño, que se conoce en gran parte del Mundo. Gregorio, Adrián y Ángel
Peño han sabido continuar con el tradicional arte familiar, han perfeccionado y
evolucionado su trabajo a base de formación e ingenio y han mantenido la
ilusión por su trabajo como si cada día fuera el primero. Su taller es un lugar
donde todo el mundo es bienvenido, además de museo, galería y exposición es un
lugar de reunión donde siempre hay un tema interesante para una charla
amigable.
La historia de la alfarería en Villafranca está
documentada a mediados del siglo XVIII. Manuel de Reyes López de Cebrián
fabricaba cangilones de noria en un horno de don Mateo Manrique Ramón. Estos
datos han servido para que Ángel Peño nos adentre en la historia de su familia
y de la alfarería en Villafranca.
Todo comienza con los alcahúces, producción principal
y necesaria, las huertas del entorno villafranquero, de Herencia, Camuñas,
Quero o Alcázar necesitaban cangilones que movían las norias de los pozos.
Mientras nos enseña una botija con las iniciales EPR (Eugenio Peño Rico) y las tumbas de sus bisabuelos con lo que fue una cruz
de cerámica encalada, Ángel recuerda las antiguas generaciones de su familia.
Pasan por nuestros ojos las labores que, de acuerdo
con los tiempos, ha acometido esta familia: Cangilones de noria, botijas
inconfundibles, grilleras, caracolas (sólo hechas en Villafranca, Buño y Ocaña),
tuberías de agua, alcancías, vinajeras, palmatorias.
Es un trabajo duro: hay que preparar y trasegar mucha
leña en un pueblo que no tiene monte, lo que hace esto más difícil, han tenido
que recoger sarmientos de viñas lejanas, aprovechar carrizo, algunas veces
fueron a la sierra de Herencia y utilizaron serrín y desperdicios de las
carpinterías; había que recoger el barro y decantarlo, éste solía ser, en su
mayoría, de una zona del carril del Riato; las hornadas, en horno abierto,
estaban sometidas a los avatares del tiempo y luego había que vender el producto
en mercados próximos y no tan próximos con el transporte que ofrecía cada
época.
Las dos primeras décadas de la segunda mitad del
siglo XX fueron decisivas para el mantenimiento de la alfarería Peño: sus
productos iban siendo sustituidos por otros más ligeros y muchos perdieron su
utilidad. Pocas personas usaban botijas, las norias dejaron de funcionar, las
caracolas se perdieron en la memoria y los plásticos eran el futuro y lo
realmente útil. Es el momento de la desaparición de muchos alfares en la
Mancha. Los Peño aguantaron y es entonces cuando empezaron a recibir visitas de
estudiosos, antropólogos, historiadores y periodistas. Mazuecos, Artigas,
Seseña, Sempere, Lizcano, Pradillo y muchos más nombres que se interesaron por
su arte y valoraron su trabajo. Sus publicaciones ponen el foco en este trabajo
como parte esencial de una cultura que estaba agonizando si no se removía desde
dentro.
En esa encrucijada, la alfarería Peño, con la figura
central del padre, el tío Gregorio, optimista, amable, siempre músico,
generoso, trabajador y amante de su oficio, acometió la tarea de mantener su
fabricación tradicional mientras encaraba el futuro con nuevas producciones
acopladas a las necesidades de nuevas épocas.
Hoy, el
taller de los Peño es un lugar que ofrece visitas guiadas, donde se muestra el
valor del trabajo de la alfarería. Hace obras como:
-
Reproducciones fieles de piezas arqueológicas
como tejas modernistas, jarros mozárabes, cuencos ibéricos, tejas, ánforas y
platos romanos.
-
Nuevas vasijas y platos: esgrafiados,
esmaltados, nuevos diseños, muchos de ellos premiados.
-
Figuras del Quijote en sus diferentes aventuras.
-
Oficios: gorrinero, tinajero, cura orondo, segador,
músico, etc.
-
Caricaturas.
-
Esculturas como el Arriero de Villafranca, la
Cantarera de Herencia, Sor Ángela de la Cruz de Alcázar, el Carpintero de
Villacañas, etc.
-
Bustos de personas conocidas y personajes.
-
Murales que están repartidos por todo el Mundo.
-
Trofeos de todo tipo, siempre diferentes.
-
Instrumentos musicales como las flautas, las
ocarinas, zambombas, incluso alguno diseñado por Leonardo da Vinci.
-
Cuencos recipientes para el té con la técnica
japonesa de Rakú.
Por último,
una breve referencia a la nueva generación encarnada en Gregorio Peño Velasco,
puro arte reconocido y premiado.
Terminamos
la sesión con una muestra más de la generosidad y de la amabilidad de esta
familia enamorada de su oficio. Un traguico de mistela del porrón y un dulce
para todo el mundo, mientras admiramos la muestra de vasijas antiguas que
tienen sobre la mesa.
Aquí dispones de la presentación en dos archivos:
Gracias a
esta gran familia por su disposición y su trabajo, especialmente a Ángel que,
como miembro del Taller es quien ha asumido la responsabilidad de este día.
Recordamos
que el próximo día de taller será el sábado 11 de enero a las cinco de la
tarde, como siempre.
Comentarios
Publicar un comentario