Taller de Historia VI-5 : Luis Oliver nos guía por el cementerio (18-11-2023)



Fue una tarde agradable de otoño, nos reunimos más de 70 Amantes de la Historia en el cementerio y disfrutamos de las descripciones y de las historias de Luis, que nos remite la siguiente crónica:

El día 31 de mayo de 1869 fue bendecido el actual cementerio de Villafranca por el cura prior don Juan Antonio Ropero. Al día siguiente tenía lugar el primer enterramiento, se trataba del cuerpo  del joven Francisco Marchante  Maroto,  de 22 años, que había muerto por causa de un ataque epiléptico.

El cementerio se levantó extramuros de la localidad, y a una distancia bien calculada de la misma, a la izquierda del camino de Villacañas. Los componentes del ayuntamiento actuaron con mucha celeridad ya que la desgracia pesaba sobre el vecindario de nuestro pueblo debido a una fuerte epidemia de tifus y porque el único cementerio que había en esta villa, estaba completamente lleno de cadáveres. Ese único cementerio era el de la ermita del Cristo (donde en la actualidad se ubica la residencia de mayores de la Fundación de Nuestra Señora de la Asunción), cementerio que fue bendecido el 2 de enero de 1787, y el primer entierro fue del de María Aguilera, de 15 años. Permaneció en uso durante 82 años.

Desde la fundación de la villa se habían enterrado los cadáveres de nuestros antepasados en el atrio de la iglesia y en el propio edificio de la iglesia parroquial , durante 400 años todos los muertos de nuestro pueblo descansaban en la paz de ese sagrado lugar.

Por otro lado sabemos que en la Edad del Hierro, cuando los carpetanos habitaban nuestro término municipal, se producían los enterramientos en la denominada necrópolis del  Palomar de Pintado.



Cementerio es un término castellano que proviene de una  palabra griega que significa “sueño” o “dormir”: indica el lugar donde se duerme el sueño eterno. También empleamos el sinónimo camposanto para definir el sitio sagrado donde reposan los restos de nuestros seres queridos.

El cementerio es un espacio público que tiene como función cívica rendir honores a los muertos, y la tumba es el elemento representativo de aquellos a los que hemos perdido, nos indica dónde está el cuerpo, a quien pertenece y nos hace recordar la imagen física del difunto, todo ello envuelto con elementos, símbolos e imágenes religiosas y artísticas de sosegada belleza y de estética quietud. Desde este punto de vista el cementerio puede considerarse como un museo al aire libre en el cual puede recrearse nuestra vista, y reconfortarse nuestros espíritus dejándonos llevar por los senderos de ese sagrado laberinto que nos conducen a la reflexión, principalmente sobre la fugacidad de la vida : ángeles guardianes, relojes alados, tibias y calaveras, la guadaña, la antorcha, el ancla de salvación y todo ello vigilado por la imperecedera sombra de los cipreses.

Así pues en esta tarde hemos realizado un pequeño recorrido por el ámbito cementerial observando los antiguos túmulos terrizos coronados  por una humilde cruz de madera, los cercados de hierro de las tumbas poderosamente forjados. Nos paramos a admirar el arte de la cantería y el labrado de  imágenes y bella caligrafía en las losas de piedra desnuda, o los filigranosos perfiles vegetales o de símbolos sagrados que pulcros artistas de Villafranca y de otros lugares manchegos estamparon sobre las placas de mármol blanco; nos hemos parado antes las corpulentas siluetas y la maciza arquitectura de los panteones; nos hemos emocionado, leyéndolos en voz alta, con el dolor y sencillez de algunos epitafios. Hemos acudido a las tumbas con las que los hijos artistas han querido homenajear a sus difuntos padres. Y, sobre todo, hemos participado de las historias que fueron vividas y que ahora se encierran en tan sagrado recinto.

Es una evidencia que no hay pueblo ni ciudad que no tenga cementerio, y que éste es una institución fundamental en cualquier sociedad.

Nuestro cementerio ha cumplido 154 años y en él se han enterrado, hasta la actualidad, a unos diez mil villafranqueros.

Cuando vamos al cementerio acudimos a visitar el lugar de nuestros familiares sin pararnos a mirar más allá. Con esta visita hemos procurado pasear de tumba en tumba recordando la vida de los difuntos para de esta manera ir forjando la memoria de la comunidad. Memoria viva de Villafranca que es su cementerio.

Luis Oliver Mora








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