EL TRIBUNAL DE LA SANTA INQUISICIÓN DE TOLEDO CONTRA EL LICENCIADO JOSÉ RAMÓN DÍAZ DEL CASTILLO (1808-1818) 25-01-2025 - Javier Avilés Villarejo

 


La tarde del sábado 25 comenzó el segundo trimestre del Taller de Historia con una conferencia especial. Casi llegamos a la centena de asistentes en la sala de conferencias bien acondicionada de calefacción y megafonía. Todavía no habíamos estudiado sobre la Inquisición y Javier Avilés Villarejo, historiador y colaborador del Taller nos brindó la ocasión. Una causa inquisitorial con protagonistas villafranqueros. Javier nos hace el siguiente resumen de su conferencia:

En diciembre de 1808 el Tribunal inquisitorial de Toledo iniciará un proceso contra el abogado de Villafranca de los Caballeros, José Ramón Díaz del Castillo por tenencia de libros prohibidos, sin licencia para leerlos, e incluidos en el Índice.

La denuncia había partido del diácono de Alcázar de San Juan, Lorenzo Ortega, a quien se los había dejado, Díaz del Castillo, meses antes como muestra de amistad y en confianza.

A los libros en francés como De lésprit des lois, de Montesquieu; La nouvelle Heloise lettres de deux amor o Emile, de J.J. Rousseau; se unían otros de autores españoles Eusebio, de Pedro Montegón o de autor anónimo y manuscritos como Oración apologética en defensa del estado floreciente de España y Siglo ilustrado. Vida de D. Guindo Cerezo.  Todos tenían en común que contenían ideas contrarias a la ortodoxia de la Iglesia o erosionaban los cimientos políticos, económicos y sociales de la monarquía.

El proceso inquisitorial seguirá los trámites habituales con la petición por parte del Tribunal de la formación de una comisión de investigación en Alcázar de San Juan a la que serían citados el denunciante y quien había tramitado la denuncia, el fiscal eclesiástico diocesano de Alcázar, Salustiano Mayordomo. En Villafranca el sacerdote y comisario de la Inquisición, Nicolás María Manrique recibirá la orden de recoger los libros en la casa de Díaz del Castillo.

Todo se verá interrumpido por la situación excepcional que se estaba viviendo en España. La nación había sido invadida y ocupada casi en su totalidad por las tropas francesas. Napoleón abolirá la Inquisición en diciembre de 1808. En la España libre después de aprobada la Constitución de 1812, las Cortes la derogarán en 1813.



El proceso se reanudará en 1814 cuando, a la vuelta de Fernando VII, la Inquisición sea repuesta. En octubre llegará a Toledo toda la documentación que había quedado retenida en Alcázar y el inquisidor-fiscal pedirá la reactivación de la causa. El Tribunal dará “comisión” a Manrique para que registre y recoja los libros que pudiera tener Díaz del Castillo. Manrique se excusará ante el Tribunal hasta en tres ocasiones entre octubre de 1814 y mayo de 1815. El motivo fundamental que, a su juicio, le impedía llevar a cabo su misión era el miedo al poder que tenía el abogado y aquellos que le apoyaban. En una de sus renuncias Manrique dice literalmente: … este pueblo está dividido en dos partidos, desde la invasión de los enemigos . Se pone de manifiesto la división, a nivel local, entre los que por ideología o interés sirvieron a la causa de José I y aquellos que rechazaron al rey intruso y lucharon para expulsar a los invasores. Manrique informa que Díaz del Castillo ha sido un afrancesado que durante la ocupación fue administrador de Bienes Nacionales en Consuegra; perteneció a la Logia masónica de Manzanares; tuvo amistad con los militares franceses a los que informó que él era comisario de la Inquisición y que adquirió durante la ocupación nuevos libros prohibidos como el Concilio de Pistoya. Ese temor y la falta de otro sacerdote valiente y con formación que la quisiera acompañar, como secretario, tal como se exigía en el procedimiento le llevaron a devolver al Tribunal las dos comisiones que había recibido y a pedir la exoneración.

El inquisidor-fiscal, en noviembre de 1817, hará un informe con toda la documentación acumulada desde 1808 y lo presentará al Tribunal que decidirá reactivar la causa. La novedad en esta tercera y última etapa del proceso será que también pedirá información de Díaz del Castillo al cura-prior de Villafranca que enviará un informe demoledor de su escasa moralidad y comportamiento arbitrario con sus vecinos. El comisario Manrique tampoco cumplirá con las nuevas comisiones porque el poder acumulado por Díaz del Castillo es aún mayor al ser alcalde ordinario.

El Tribunal, cansado de las excusas de Manrique lo apartará y encargará la comisión a Fray Agustín de Dos Barrios, guardián – superior- del convento franciscano de Madridejos, quien se desplazará a Villafranca para revisar el domicilio del abogado. En el informe que envía al Tribunal dice no haber encontrado libros prohibidos pero que … sospecha que los ha tenido ...

El 26 de julio de 1818, transcurridos diez años desde que se inició el proceso, el inquisidor Dr. D. José Francisco Borbujo y Ribas firmaba la sentencia definitiva: se suspende, por ahora, esta causa.

La absolución hubiese significado para el Tribunal admitir un error y con la suspensión el proceso podía ser reanudado en cualquier momento quedando el encausado bajo sospecha.

 José Ramón Díaz del Castillo podía quedar tranquilo, por ahora.

Javier Avilés Villarejo



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